¿Qué es el contrato? ¿De dónde viene? ¿A dónde va? Tres interrogantes que expresan, en la parquedad de unas cuantas palabras, toda la problemática jurídica. La historia del contrato constituye, sin duda, la historia misma del derecho. Pero al mismo tiempo, por estar el contrato íntimamente vinculado al desarrollo de la humanidad, su historia es también la historia del hombre. Desde que en los albores del derecho romano aparecen las primeras figuras contractuales, incipientes, tímidamente configuradas, se inicia una larga lucha del hombre por la libertad. La busca luchando contra la esclavitud romana, en contra del vasallaje medieval y en contra del absolutismo. La encuentra -al menos cree encontrarla- en el movimiento esplendido de 1789. Y después de buscar por tantos siglos la libertad, la pierde en menos de cien años, porque no sabe qué hacer con ella. En la evolución del contrato se reflejan, sin duda, los mismos pasos del hombre. Pero el hombre, al alcanzar en el contrato el instrumento por excelencia de sus inquietudes, comprueba que no es aún maduro para el difícil ejercicio de la libertad. O tal vez que la libertad es una meta inalcanzable, el Eldorado imposible, que tantas frustraciones provoca. Este ensayo responde a esas inquietudes. Tratamos en e1 de encontrar la esencia del contrato para establecer si subsiste en las figuras que aun utilizan su nombre. Veremos entonces como, en realidad, nuestra época vive una ficción contractual y que es necesario encontrar un nuevo lenguaje que identifique a las formas jurídicas que hoy, antes que anónimas, prefieren usar un nombre que no les toca.